Reflexión Final Módulo 2: Diseño centrado en …

Y llegamos al final del módulo 2, un ciclo corto, sobre todo si lo comparamos con el módulo anterior, pero con una lineá muy clara y consistente; Cimentar un proyecto desde el origen del problema que se intenta solucionar, hasta el proyectar el prototipo de nuestra solución.

Todo lo anterior es el fundamento del módulo 2, «Diseño centrado en Usuarios», pero el subtexto puede llegar a ser muchísimo más profundo que simplemente repasar una serie de pasos y métodos para crear productos (digitales) que ataquen una problemática.

¿Tesis alocada o principio fundamental?

En esta primera parte intentaré plasmar toda una tormenta que inició con una idea que, de pronto, sin venir a cuento, me atacó de golpe mientras esperaba en la fila para comprar en mi almacén local

¿Porqué en pleno año 2021, con la experiencia de una pandemia y una acelerada «transformación digital» tengo que hacer fila por un producto que, en principio, no tengo seguridad de que exista stock?

Los pensamientos comenzaron a llegar en cascada, y de pronto me doy cuenta que ya tengo un extenso historial de ideas y proyectos en los que intento abordar de una manera «realista» la baja penetración de la digitalización de negocios locales, dónde la barrera tecnológica no es el problema, sino la capacidad de afrontar una transformación digital, o más bien dicho, la postura natural del ser humano a ser reacios al cambio.

Y es una cuestión obvia si se piensa, pero a la vez, difícil de implementar y encontrar una manera clara de «solucionarlo», pues a menudo las respuestas pueden sonar demasiado contra intuitivas. De manera directa o indirecta, las barreras siempre son antropológicas, es decir, es nuestra propia tendencia natural a aferrarnos a lo que ya conocemos.

Si le hubiera preguntado a las personas qué querían, me hubieran dicho que caballos más rápidos«

Henry Ford

Muy bonito todo pero ¿Que tiene ver una cosa con la otra?

En el principio de todo este gran fenómeno emergente (apps y digitalización) con la salida de los smartphone, era muy plausible pensar que la automatización y la simplificación de muchas tareas en la cotidianidad de las personas, iría al alza de manera exponencial, resultado de tener en el bolsillo un dispositivo con una capacidad de computo increíble y un sistema operativo tan sofisticado como el de los PC.

Sin embargo todos los fenómenos que hemos vivido, han sido procesos que han evolucionado de manera un tanto caótica y en algunos casos muy convulsa, fuimos capaces de alcanzar la singularidad dónde la tecnología avanza más rápido que nuestra capacidad de asimilar los cambios que son posible gracias a ello, y es en este punto en dónde los caminos se cruzan, dónde creamos experiencia, dónde humanizamos.

Diseño v/s Usuarios

Ya hemos establecido la tesis que la barrera más compleja de sortear, es tener un mensaje efectivo y convencer a nuestros usuarios de que la propuesta que les podemos brindar como heraldos de la digitalización es mucho mejor que lo que hasta ahora conocen, y este proceso puede sonar como un paso más en el gran esquema de las cosas, pero también establecimos que, justamente, es el eslabón más débil en esta gran cadena. Entender nuestro rol y la importancia de empatizar con nuestros usuarios, es el punto de inflexión con el que tenemos que trabajar día a día y nuestra capacidad de resolver cada problema que surga en el camino, es lo que dicta el ritmo de los cambios más significativos que estamos viviendo día a día.

Post Scriptum

¿Por qué cuando hablamos de «diseño» por regla general imaginamos una imagen que encaja más con un «artista», que con un «ingeniero de la funcionalidad y estética»? Por definición, la función de un diseñador encaja más con lo segundo, aunque para ser justos, lo segundo es un título que me acabo de inventar (seguramente esté vislumbrando lo que se convertirá en el próximo nombre rimbombante con el que se venderán matriculas) la cuestión es, que nunca se hizo demasiado por cambiar la percepción de las personas y aclarar a cabalidad que el diseño, el arte y ingeniería son disciplinas que corren por caminos paralelos, a pesar que cada cual se provee de herramientas comunes, hemos concebido esta separación por razones muy de peso.

Ahora bien, me toca explicar el porque quise definir esto primero, y la razón es muy sencilla; al final del día, esto da absolutamente igual. Cada persona sabrá encontrar un equilibrio y definirá su título dónde más cómodo se sienta, lo realmente interesante, es el porqué ocurre todo esto, porque el «diseño» se siente tan cercano al arte, y a estas alturas estoy muy convencido que es más que una consecuencia de una muy deficiente educación respecto al tema (el acto de «diseñar» es inherente a cada actividad que conlleve el procesar data y pensar creativamente en pos de un objetivo concreto, podemos diseñar y rediseñar cualquier cosa que esté a nuestro alrededor), y es que todos entendemos tácitamente que no trabajamos sobre pantallas, trabajamos sobre la percepción de los usuarios frente a aquellas pantallas, y el darse de cuenta de este hecho, es algo que le da muchísimo más sentido a cada propuesta que entregamos.

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